domingo, 30 de noviembre de 2014

Huellas



Sólo el presente, siempre, en el presente, una huella, la del pasado y la del futuro. ¡Cómo se tambalea este hilo cuando se instala en uno u otro lado! Cuan difícil no hacerlo. La belleza y el vértigo del presente, también la alegría de estar vivo.

jueves, 27 de noviembre de 2014

De cómo mira la ciudad de Sibiu.






            De los tejados amplios y de pendientes espectaculares resbalan párpados de ojos grandes, el iris se abre a través de un ventanuco de siglos mirando la ciudad. Sus tejas de un rojo brillante unas y otras revestidas de musgo forran las calles cuando te elevas sobre ellas en las escaleras que abren el barrio antiguo a un laberinto. La noche los cierra y sorprende a la mañana su vigilancia atenta al trasiego urbano. A la que me percato, una mezcla de inquietud y perplejidad me arrolla, acostumbrada a mirar ciudades y no a ser mirada por ellas. La misma inquietud que atenaza el observar por primera vez las casas semienterradas en el campo, camufladas a fin de eludir las invasiones continuas sufridas por este pueblo. Estos ojos miran escondiendo que lo son. De ahí el susto cuando los descubres. Ojos y bocas según la cantidad y disposición de las buhardillas. Son auténticas caras. Sibiu te mira.

Inmersa en el pasado con sorpresa mientras deambulo por sus calles antiguas. Al cabo del paseo, y ya en Brasov, entramos en un café-teatro de nombre  infame y ambiente artístico maravilloso. Recostada en un sillón de cuero, en una mano el “lapte mateado” y en la otra el cigarrillo, escuchando a Cesárea Évora. De pronto me viene el presente a la memoria y mi mujer me sonríe.

lunes, 24 de noviembre de 2014



Bailar en un gesto progresando al infinito como un gran giro en la inmovilidad hasta encontrarte antes de nacer en las aguas profunda del tiempo.

lunes, 3 de noviembre de 2014



La música llena un imposible vacío que la luna trenza a través de la luz para convertirse en candelabro, el amanecer bordará sobre él letras doradas, perlas de cal hasta mustiarse el día en un sonido sordo y vibrante, espejo y sonrisa de gato. Para cruzar las azoteas andando hasta el infinito que marque cada pretil, cada antena, cada cornisa...