jueves, 15 de mayo de 2014

Una revolución en silencio

No soy yo quien grita: es la tierra que ruge…”
                                                                                                Attila József




Hay un ruido, pura cacofonía, tan repetitivo que hipnotiza ¿Será para que te puedas sacar el carnet de conducir sin pasar nervios? ¡Ay! no solo pone de los nervios si no que tampoco deja oír los sonidos del mundo que se revuelve, sufre, canta, baila, consume, despierta… y se suicida. Es un mantra que taladra los sentidos. Las mentiras, el cinismo en todo su esplendor hasta doblegar el discurrir cotidiano de las cosas.

Pretenden dar el cambiazo: la actualidad por la realidad, la noticia por el suceso o la catástrofe. Aquello que no se publica, que no se emite; no existe. Cierto, si desconocemos una palabra, desconocemos la experiencia que nos llevaría a ella. Pero me temo que el lenguaje ha sido definitivamente utilizado –es el cuerpo del delito- para asesinar la realidad. Alguien dijo aquello de que la primera víctima en una guerra es la verdad; pues eso, y las consecuencias de ello, un crimen. Lo cual no quita que esta realidad siga fluyendo solita y con testigos de cosas espeluznantes, no obstante también de otras del genero maravilloso. Pues ¿No hay gente que está depositando su dinero en una banca ética, el consumo colaborativo, la red de pares o P2P, el coworking, el crowdfunding y otras iniciativas generadas de movimientos en la estela del 15M que no paran de surgir?

Para crear una nueva realidad, antes hay que imaginarla y para llevarla a cabo, “una poquita de gente”. La revolución camina en silencio, el resto es ruido y ladridos llenos de furia.

¡A por ellos! Son pocos y cobardes. Es cobarde aquella persona que quiere el mundo solo para sí y no para todos. Y además, la violencia es su única arma.

Si se pararan las hormigas ¿Se pararía el mundo?

¿Oís el rumor de las calaveras que flotan?