Raso,
como un cielo raso,
el
vendaval arrecia,
deja los sentidos clavados
como la
muerte deja
el
abandono de los asuntos cotidianos,
por un
momento,
en el
estercolero de la indigencia
sin
saber donde depositarlos.
Cuando
vuelve el día
con sus
asuntos por resolver
el
agujero se ha agrandado en la miseria del olvido.
Penetramos
de nuevo en el camino
para
continuar la batalla, y allí, las cosas
llevan el peso y la sombra de la ausencia
como el
miembro cortado
existe
flotando en el deseo
en una
madeja virtual y pura